viernes, 13 de julio de 2007

Me encuentro nerviosa

Necesito escribir para desahogarme. Estoy nerviosa, con el corazón en un puño, sólo su latido aumenta mi nerviosismo.
Mastico un chicle de menta, me gustaría que fuesen 50, me gustaría...
Hace algo más de una hora me entró hambre; tuve que ir a la cocina. No quería comer nada pero la angustia me llevó a ello. No me sentí bien después; vine al ordenador y después a la ducha: ¡qué horror de tripa! Me vestí. Fui a la habitación de mis padres, a mirar cómo me quedaba la falda negra de vuelo que llevo puesta. Me encanta, es genial girar y ver cómo se levanta. Me acerqué al espejo de la cómoda: ahí estaba la tripa, destacaba. De nuevo: ¡qué horror!
Me gustaría...
Sigo nerviosa. Tiene que ocurrir pero tengo miedo. Tomar decisiones no siempre es fácil, no es como elegir unos zapatos, ni si quiera como elegir una carrera. Es más importante, es más doloroso, es más triste.
De nuevo mi corazón se desboca. No sé si en este instante me gustaría que la tierra me tragase, si me gustaría cerrar los ojos para siempre; sí, eludir sucesos y responsabilidades. Y, mientras, cojo las cuentas del collar entre las manos: roja, negra romboidal, azul plana y trasnparente...

Tiene gracia porque no es la primera vez que me planteo algo así, y siempre sentí lo mismo; la diferencia es que, después de tantas veces, ahora ya no tengo fuerzas para aguantarlo más y estoy más decidida. Pero, claro, a última hora, cuando tienes delante a la persona, te invaden el miedo, los recuerdos, la angustia, la ansiedad, las ganas de llorar, de rectificar y volver atrás, y el silencio se apodera de mi cuerpo, la voz no sale y si lo hace, es temblorosa y está ahogada. ¿merece la pena tanto suplicio sólo para transmitir una decisión? Supongo que todas esas sensaciones son las que otras veces me han llevado a callarme. ¿Por qué es tan fuerte el miedo? ¿por qué si ni si quiera vives con esa persona? ¿es miedo a herirle? ¿miedo a equivocarme? ¿miedo a perder algo bonito y duradero para siempre? ¿miedo a la nueva libertad? ¿miedo a perder una amistad? ¿miedo a perder los recuerdos? ¿miedo al futuro? ¿miedo a darme cuenta de que, a pesar de ello, todo siga igual y me de cuenta de mi error?
¿Por qué no llega? Ahora es impaciencia: cuanto antes pase, mejor.
Nada de lo que escribo me hace sentir mejor; mi corazón sigue alterado, mi cuerpo en tensión. Casi sería mejor que no llegara, que no apareceria nunca más, así no tendría que hablar, así podría calmarme, o no, si fuese por algo malo.
No siento odio, pero entiendo la frase "Del amor al odio hay sólo un paso".
Quiero que acabe y no quiero que acabe. ¿Es factible la dicotomía?

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