Todo queda en...

en lágrimas, dolor y malestar. Incluso cuando las cosas se hablan y se solventan. Siempre hay lágrimas; hay lágrimas porque hay dolor, porque hay necesidad de desahogarse y sacarlo todo, porque una es una sensiblona llorica, casi como si aún tuviese seis años. Hay dolor porque hay sufrimiento porque hay amor y cariño.
Es desastroso darse cuenta del dolor propio y del de la otra persona, te hunde más. Hunde porque la otra persona te importa, porque la quieres; porque sabes que no se merece algo así, no ella, no de ese modo.
¿Qué hay de cuando uno quiere apartarse para dejar de hacer sufrir? ¿A caso no estamos eligiendo por la otra persona? ¿O no deja de ser un acto egoísta por el que evitamos no sufrir por lo que hacemos, podamos o creamos hacer a la otra persona?

Y qué bonito es ver que de algo malo sale algo bueno: darte cuenta de que esa persona a la que quieres con locura y no quieres idealizar por miedo -y por realismo- es aún más y mejor humano de lo que pensabas. Es triste que sea por un motivo así y en un momento tan duro como ese, pero como "en todo lo malo siempre hay algo bueno", qué mejor que dejarse maravillar por algo tan bueno. El corazón, que ya estaba hecho trizas por tanta agitación, vuelve a tu mano, latiendo de nuevo y con un nuevo sentimiento de amor y esperanza; de nuevo sientes ganas de llorar, esta vez de felicidad.
Cuando nos cuesta tanto soltar a alguien siempre hay un motivo. Puede ser por amor, puede ser por miedo a lo desconocido o a sentirnos perdidos, también por otros motivos. Pero siempre hay motivos.
Una vez escuché que el ser humano siempre busca respuestas cuando se plantea una pregunta; siempre se responde, pues la mente no puede dejar una pregunta sin respuesta. ¿Será que las respuestas que suponge nuestra mente son falsas?

¿Por qué hay interelación entre pensamientos y sentimientos? ¿Por qué es tan difícil que nuestros sentimientos no perjudiquen a otras personas? ¿Por qué no podemos separar?
Cuando dicen que nos dejamos llevar por los sentimientos, ¿no es tan sólo que nos dejamos llevar por los pensamientos ocultos de nuestra mente, por el inconsciente, que nuestra primera reacción es aquello que sentimos -por lo tanto, lo que pensamos- en una décima de segundo y expresamos mediante palabras y gestos instintivos?
Porque los sentimientos son pensamientos; nuestro procesador interno no deja de trabajar, no es como el de un ordenador que se pare al apretar un botón o al quitar una clavija del enchufe. Ni si quiera las pastillas nos ayudan a desconectar, pues durmiendo y soñando también funciona ese procesador. ¿Cómo sabes cuando se ha quemado, metafóricamente hablando? Hay estudios que nos dicen si ese procesador que tenemos es lento o muy rápido; podemos darnos cuenta de cuándo las tarjetas de memoria han dejado de funcionar, incluso de si es la memoria Ram o la permanente la que nos falla (también hay estudios que dicen que no tenemos memoria Ram, que todo queda almacenado en la memoria fija), pero ¿cuándo sabemos que nuestro procesador está fastidiado y en qué nivel? ¿cómo arreglarlo y saber que está arreglado si no podemos cambiarlo por otro nuevo? ¿cómo funcionar con él sabiendo que puede estar mal? ¿cómo dejar de lado esa realidad para que no afecte a otros procesadores y a los datos que hay en la memoria?

¿Hacemos nuestro propio futuro o nuestro propio presente? ¿Está escrito y sólo vamos descubriéndolo? ¿o todo sigue las reglas de la lógica o de la naturaleza y cada acto tiene un resultado? ¿podemos pensar en esos resultados cada vez que tomamos una decisión? ¿podemos pensar continuamente en las repercusiones, en el futuro del presente?

¿Podemos estar en el mundo sin volvernos locos o hay que estar loco para vivir en él?