sábado, 28 de abril de 2007

¿Qué se siente?

Es difícil conocer y entender qué se siente cuando se padece un trastorno alimentario sin haber sufrido uno o sin haber estado en contacto directo con alguien que lo padece o padecía; es lo que me ha motivado a escribir sobre lo que se siente estando enferma/o.

Como dije en la entrada Trastornos de la Conducta Alimentaria: ¿Qué son? la causa de los mismos es psicológica; los sentimientos, para nosotras/os y para cualquier persona, están estrechamente relacionados, mejor dicho, están causados por lo que pensamos. Por eso los sentimientos más profundos de quien tiene un Trastorno Alimentario no tienen que ver directamente con la comida o el peso.

También explicaba en esa entrada que la obsesión por la delgadez, por el peso, la talla y las calorías sólo son los elementos visibles del propio trastorno, esa es, por así decirlo, la última fase del malestar que siente la persona, ya que éste (el malestar) acaba generando el propio trastorno. No debe extrañar, por tanto, que quien sufre, padece o tiene un trastorno alimentario lleve tiempo (meses o años) sufriendo ni que ese malestar pueda estar causado en algunas personas por circunstancias duras y graves, tales como el abandono, el maltrato o los abusos.

Hecha la introducción al tema que tan necesaria me parecía, ya puedo hacer memoria de todo ese malestar y de todos esos negativos pensamientos que había en mí y que hay, hubo y, lamentablemente, habrá en quien sufra un TCA.

El sentimiento general es el de malestar. Una/o se siente mal. Puede haber días, horas o minutos en los que riamos, sonriamos, hagamos chistes e incluso nos sintamos bien, pero el sentimiento general de sentirse mal está latente, está presente de forma continua.

Nos sentimos mal por lo que nosotros mismos pensamos, por ese diálogo interno que tenemos con nosotros mismos. Hay quien se anima diciéndose: "soy valiente, yo puedo conseguirlo, tengo cualidades para ello"; nosotras/os nos decimos cosas como: "soy inútil, soy tonta/o, soy torpe, soy patosa/o, no hago nada bien/hago todo mal, no sirvo para nada, soy un/a fracasada/o" entre otras. Decirse eso ya es duro, pero no nos quedamos ahí, nos creemos lo que nos decimos, estamos 100% seguros y es harto difícil hacernos cambiar de opinión. Cualquier persona se dicen en algún momento "¡qué patosa soy!", "¡qué tonta!", el problema radica en que nos creemos lo que estamos diciendo. A eso se juntan otros errores de pensamiento (llamados en la jerga psicológica errores cognitivos). Para entendernos mejor podemos decir que son errores de vocabulario o de forma de hablar que se han instaurado en nuestro pensamiento, en ese diálogo interno. Por ejemplo, en lugar de decirnos y creernos que somos feas o gordas nos decimos que somos horribles/horrorosas/un monstruo y que somos focas o ballenas; estúpidas de remate, gilipollas o que somos "lo peor del mundo".

¿Puedes tú, lector, ponerte en el papel de quien piensa, se dice y se cree esas palabras? ¿sí? Ahora imagínate que llevas años diciéndote esas cosas. ¿Qué sentirías? El malestar sería enorme, pocas cosas te harían reír y muchas, llorar; estarías susceptible el 99% de los días, cualquier cosa que dijesen acerca de tí, o que pudiese ser sobre tí, la tomarías a la tremenda, porque eres lo peor, "una mierda".

Así nos sentimos cuando estamos enfermas/os: una mierda, inútiles, fracasadas/os, el último mono del mundo, pequeñitas como un grano de arena, inferior a cualquiera, todos los demás son mejores, por poco que sea.

Por qué hemos instaurado ese diálogo interno que tan poco nos beneficia y tanto nos perjudica a nivel psicológico es, posiblemente, la siguiente pregunta que te plantees. El motivo primero -o último, según lo veamos- es individual y puede variar mucho de unas personas a otras. Sí parece haber una idea común: los demás, su aceptación, reconocimiento, respeto o cariño. Y, más allá de esa idea, pero relacionada con ella, el ideal que vemos en nuestra cabeza, la perfección, lo que queremos llegar a ser. Por la educación que hemos recibido y/o por nuestra experiencia personal creemos que ciertas actitudes, habilidades o formas de ser son buenas y otras malas (los intermedios parecen quedar fuera de juego cuando se trata de los ideales...). Por ejemplo: la timidez es malísima, la "normalidad" es necesaria y, por tanto, muy buena; la generosidad, la solidaridad y la limpieza son buenas; el egoísmo, el orgullo y la suciedad, fatales. Son ejemplos muy comunes, ideas muy extendidas en la sociedad, al igual que ocurre con la idea de que la delgadez es buena y lleva al éxito y a la aceptación. Es evidente que no a todos nos afecta de la misma manera. ¿qué ocurre? Por lo general, la autoexigencia en las personas que sufrimos trastornos de alimentación es muy elevada, de ahí que queramos alcanzar lo bueno (lo que hemos idealizado como bueno, según la educación y la experiencia: limpieza, orden, generosidad, elegancia, delgadez) a toda costa. Hay que conseguirlo de forma perfecta, es decir, siempre. Exigirse un imposible y empeñarse en alcanzarlo es, evidentemente, imposible; es como tirarse por un precipicio de 3km de altura y querer no matarse: imposible, una idea equivocada. Sin embargo, la alternativa, dentro de nuestro pensamiento, es no ser aceptados, ser "bichos raros", fracasar, no ser nadie, no ser queridos, no tener nada... todo malo. Esa es la forma de pensar que nos lleva a exigirnos tanto y a querer alcanzarlo de todos modos. De ahí al malestar, al pesimismo y a una baja autoestima sólo hay tiempo (unos meses, unos años).

La idea de la delgadez, aunque la he introducido como una de esas ideas extendidas, no siempre está presente en los TCA; está más relacionada con la necesidad de control, de la que me gustaría hablar en otro momento. Pero no por ello deja de ser una idea extendida y difundida (por los medios de comunicación, conocidos, amigos e incluso por los familiares) que juega un papel importante en muchos casos.

En cuanto a la dificultad para hacernos cambiar de opinión -"somos cabezotas"- está relacionada con la propia enfermedad. Por un lado, no vamos a aceptar que no somos X (lo que sea) sólo porque nos lo digan, porque el trastornos psicológico es precisamente eso: pensamientos equivocados instalados en nuestra mente que nos impiden ver o aceptar la realidad. Por otro lado, es un mantenedor del propio trastorno, ya que mientras no seamos capaces de ver nuestro error o equivocación, no podremos cambiar esos pensamientos.

El momento para el cambio, por lo tanto, dependerá de cuándo nos demos cuenta de que podemos estar equivocados/as. Por mucho que nos repitan las cosas, por muchas charlas que recibamos, incluso las visitas al psicólogo que hagamos, no servirán de nada hasta que reconozcamos que tenemos un problema, relacionado con la comida, que se debe a causas psicológicas. Sin duda alguna, son cosas que nos pueden ayudar; pero no es algo que dependa sólo de los demás, por ese motivo los familiares deben armarse de paciencia y cariño con la persona afectada.



3 comentarios:

Ariadna dijo...

Ayudar a que lso demas nos entiendan es una forma estupenda de ayudarnos a nosotros mismos.

Me ha encantado esta entrada :).

Besos

Miranda dijo...

Me alegro de que te guste, Ari.

Lo he explicado lo mejor que he podido. Sé que se me han quedado cosas fuera, como el sentimiento de culpa, pero bueno, habrá que dejarlo para otra entrada.

Si tú, o quien lo lea, cree que hay algo que no se entiende bien o que se me olvidó algo importante... ya sabéis, escribid un comentario o mandarme un mail.

Ariadna dijo...

Esta magnifico :), y se entiende todo perfectamente. Yo no hubiera podido explicarlo, ademas de una forma tan sencilla y ocn ejemplos tan buenos.

Es normal q no hayas podido poner todo... es imposible hacerlo de una sola vez :). Pero siempre puedes ir añadiendo cosas con entradas nuevas :).

Me gusta mucho como va este blog :).

Besis ;):

Espero q estes bien :)