Violeta hablaba hace poco en su blog de hablar, de contar "el problema" a otra persona. Con las nuevas tecnologías resulta sorprendentemente fácil encontrar a alguien con quien hablar de ello, pero por lo general son personas lejanas, que no viven cerca y, que de estarlo, resultan estar también pasándolo mal. Cuando me refiero a hablar, quiero decir a hablar de ello con una persona de nuestro entorno: una amiga o amigo, un familiar, un novio/a.
Por lo que yo recuerdo, desde que tengo consciencia de esto, siempre me ha costado hablar de mis sentimientos. No del cariño que le tengo a alguien, no para unas palabras de aliento que siento de verdad, a veces tampoco para cuando siento rabia o me molesta algo. Pero suele llegar un punto en el que empiezo a dudar sobre lo que digo: si habré hecho bien o no, se me debería haber callado o haberlo dicho de otra forma. Empiezo a dudar. Una pérdida de confianza en mis relaciones sociales que va en aumento. No creo que haya desparecido nunca, sí disminuído, pero no desaparecido.
Y empizo a callar. Siempre había callado, pero entonces, con la duda, callo aún más.
Una prefiere callar a hablar: miedo a hablar de más, a que se enfaden y alejen de ti; miedo a los sentimientos que puedan provocar mis palabras en otra persona; intento de evitar una reacción agresiva en el tono, de palabras casi gritadas; miedo a escuchar algo que no se quiere oír; miedo a sentirme mal con ese tono, esas palabras... Miedo a la respuesta y a la reacción del otro.
A veces se debe a ideas preconcebidas, a generalizaciones: basta que una vez nos hayan levantado la voz o que nos hayamos quedado con unas palabras mal entendidas o que la otra persona expresó mal o dijo sin sentir, para que nuestra cabeza las recuerde inconscientemente y nos provoque tanto miedo que no somos capaces de hablar.
A mí la voz se me agota, me resulta imposible sacarla. Las lágrimas, ahogadas, los sollozos y los gestos de puchero son los que sí salen y expresan lo mal que me siento. Porque querer hablar y no poder también te hace sufrir.
Y al final acabo escribiéndolo. Porque no soy capaz de hablar. Ensayo en la cocina, en el baño, en la habitación o el pasillo. Dicho así, dicho asá; no, de esta otra forma. Y me calmo. La calma vuelve a mí, devolviéndome confianza y seguridad. "Lo haré, lo diré sin más; no lo voy a pensar más. Tengo que decir esto y esto otro como sea, pero decirlo" me digo, para animarme a hacerlo del modo en que sea, pero decirlo todo, porque después de tantos años conmigo misma una sabe que difícilmente acabará pronunciando alguan palabra sobre lo que ensayaba.
Llega el día , tengo a la persona delante y un miedo fuerte se apodera de mi seguridad: primero le dice a mi mente "no es el momento, hay que esperar. Luego. O mañana". Así pasan las horas y los días y llega el momento en que te ves obligada: "tienes que hablar o realmente te perjudicará", sientes. Y entonces el miedo, que ya tenía tu seguridad en propiedad, te estruja las cuerdas vocales, las agarra y no las suelta. Así, la voz se te ahoga en lágrimas por no sentirte capaz de hablar.
A veces consigues aguantártelas (las lágrimas), tal vez sólo una o dos o los ojos rojos expresan los mismo que aquellas. Y si no insisten, si no te sientes demasiado presionada, consigues dar alguna explicación, ambigua, general y que puede aplicarse casi a cualquier cosa, lo que provoca que la otra persona no te entienda, te haga más preguntas, se enfade o incluso frustre o desespere.
Otras veces sí consigues recuperar la voz, quitársela al miedo, y lo haces con tantas ganas que en lugar de hablar gritas y como dices lo primero que llega a tu mente, no recuerdas después ni lo que has dicho.
Las lágrimas, la voz elevada de volumen y las incongruencias hacen que los demás lleguen a asustarse. "Haces un drama de algo que no lo es".
"Sabiéndolo, me voy a callar y no te voy a presionar más." "Estoy aquí para ayudarte", y para eso necesito saber lo que te ocurre, "pero no puedo si no te dejas ayudar, si no me lo cuentas".
"Todo este tiempo y me tengo que enterar así, por un mensaje [de teléfono móvil]. ¡Manda narices! Si es así, tienes un problema y tenemos que hablar, pero no es nada malo, ¡eh!" Y las lágrimas corriendo mejillas abajo, como la nieve del deshielo montaña abajo.
Cuesta hablar. Creo, en mi caso, que se debe a miedos irracionales. No puedo parar de llorar, por el miedo a hablar o porque el miedo a hacerlo o no me hace sentir mal, me duele. "Un drama" en vivo y en directo.
Cuesta mucho hablar. No hacerlo duele más. Al menos al hablar atisbo una luz, más lágrimas pero a la luz del día, con una persona que te apoya con sus abrazos y su personal forma de animarte.
Tarde o temprano tenemos que hablar. Cuanto más tiempo se apodera el miedo de una, más crecen el dolor, la inseguridad y el malestar general.
Y en el fondo sabemos que quien no nos apoya, no nos escucha o no intenta comprender lo que nos ocurre, no merece nuestro cariño. Pero también tenemos miedo de que así sea.
Por lo que yo recuerdo, desde que tengo consciencia de esto, siempre me ha costado hablar de mis sentimientos. No del cariño que le tengo a alguien, no para unas palabras de aliento que siento de verdad, a veces tampoco para cuando siento rabia o me molesta algo. Pero suele llegar un punto en el que empiezo a dudar sobre lo que digo: si habré hecho bien o no, se me debería haber callado o haberlo dicho de otra forma. Empiezo a dudar. Una pérdida de confianza en mis relaciones sociales que va en aumento. No creo que haya desparecido nunca, sí disminuído, pero no desaparecido.
Y empizo a callar. Siempre había callado, pero entonces, con la duda, callo aún más.
Una prefiere callar a hablar: miedo a hablar de más, a que se enfaden y alejen de ti; miedo a los sentimientos que puedan provocar mis palabras en otra persona; intento de evitar una reacción agresiva en el tono, de palabras casi gritadas; miedo a escuchar algo que no se quiere oír; miedo a sentirme mal con ese tono, esas palabras... Miedo a la respuesta y a la reacción del otro.
A veces se debe a ideas preconcebidas, a generalizaciones: basta que una vez nos hayan levantado la voz o que nos hayamos quedado con unas palabras mal entendidas o que la otra persona expresó mal o dijo sin sentir, para que nuestra cabeza las recuerde inconscientemente y nos provoque tanto miedo que no somos capaces de hablar.
A mí la voz se me agota, me resulta imposible sacarla. Las lágrimas, ahogadas, los sollozos y los gestos de puchero son los que sí salen y expresan lo mal que me siento. Porque querer hablar y no poder también te hace sufrir.
Y al final acabo escribiéndolo. Porque no soy capaz de hablar. Ensayo en la cocina, en el baño, en la habitación o el pasillo. Dicho así, dicho asá; no, de esta otra forma. Y me calmo. La calma vuelve a mí, devolviéndome confianza y seguridad. "Lo haré, lo diré sin más; no lo voy a pensar más. Tengo que decir esto y esto otro como sea, pero decirlo" me digo, para animarme a hacerlo del modo en que sea, pero decirlo todo, porque después de tantos años conmigo misma una sabe que difícilmente acabará pronunciando alguan palabra sobre lo que ensayaba.
Llega el día , tengo a la persona delante y un miedo fuerte se apodera de mi seguridad: primero le dice a mi mente "no es el momento, hay que esperar. Luego. O mañana". Así pasan las horas y los días y llega el momento en que te ves obligada: "tienes que hablar o realmente te perjudicará", sientes. Y entonces el miedo, que ya tenía tu seguridad en propiedad, te estruja las cuerdas vocales, las agarra y no las suelta. Así, la voz se te ahoga en lágrimas por no sentirte capaz de hablar.
A veces consigues aguantártelas (las lágrimas), tal vez sólo una o dos o los ojos rojos expresan los mismo que aquellas. Y si no insisten, si no te sientes demasiado presionada, consigues dar alguna explicación, ambigua, general y que puede aplicarse casi a cualquier cosa, lo que provoca que la otra persona no te entienda, te haga más preguntas, se enfade o incluso frustre o desespere.
Otras veces sí consigues recuperar la voz, quitársela al miedo, y lo haces con tantas ganas que en lugar de hablar gritas y como dices lo primero que llega a tu mente, no recuerdas después ni lo que has dicho.
Las lágrimas, la voz elevada de volumen y las incongruencias hacen que los demás lleguen a asustarse. "Haces un drama de algo que no lo es".
"Sabiéndolo, me voy a callar y no te voy a presionar más." "Estoy aquí para ayudarte", y para eso necesito saber lo que te ocurre, "pero no puedo si no te dejas ayudar, si no me lo cuentas".
"Todo este tiempo y me tengo que enterar así, por un mensaje [de teléfono móvil]. ¡Manda narices! Si es así, tienes un problema y tenemos que hablar, pero no es nada malo, ¡eh!" Y las lágrimas corriendo mejillas abajo, como la nieve del deshielo montaña abajo.
Cuesta hablar. Creo, en mi caso, que se debe a miedos irracionales. No puedo parar de llorar, por el miedo a hablar o porque el miedo a hacerlo o no me hace sentir mal, me duele. "Un drama" en vivo y en directo.
Cuesta mucho hablar. No hacerlo duele más. Al menos al hablar atisbo una luz, más lágrimas pero a la luz del día, con una persona que te apoya con sus abrazos y su personal forma de animarte.
Tarde o temprano tenemos que hablar. Cuanto más tiempo se apodera el miedo de una, más crecen el dolor, la inseguridad y el malestar general.
Y en el fondo sabemos que quien no nos apoya, no nos escucha o no intenta comprender lo que nos ocurre, no merece nuestro cariño. Pero también tenemos miedo de que así sea.
7 comentarios:
Mirandita: ¡llorar también es hablar! A veces no se trata de explicar lo inexplicable sino de expresar cómo te sientes.
Me temo que tienes razón en lo último que dices. Alguien que nos presiona porque nos cuesta hablar no nos interesa. ¡Es tan difícil dejar de intentar que alguien te apoye! pero no se puede cambiar a la gente y para muchos estos problemas que tenemos son demasiado complejos o demasiado fuertes. No pueden o no quieren entender.
Pásate por el grupo. He escrito una entrada en tecau justo sobre este tema. ¡Como si nos hubiéramos leido la mente!
hola mi niña es muy cierto lo que dices uuff que cuesta hablar!!! pero comunicar nooo uno lo hace todo el tiempo existe el lenguaje no verbal que creeme es mucho mas fuerte que el verbal, aveces apesar de todo uno necesita decir las cosas sabes lo que yo hago cuando no soy capaz de decirlas las escribo y entrego la carta y pido que la lean frente a mi o en solitario para luego conversar del tema porque es cierto uno aveces con el nerviosismo o la presion del momento dice cosas k luego uno se arrepiente o de la manera que las dice por eso igual es importante decir por ejemplo me da la sensacion de que tu .... o yo siento que tu.... y no decir es que tu .... porque aveces uno siente cosas que el otro nunca ha querido decir y para que estamos con cosas uno con estas enfermedades es mucho mas insegura e imagina cosas que las otras personas sienten de uno que no lo son.... asi que lo mejor primero aclarar las cosas pensar bien lo que quieres decir luego comunicarlo no importa el medio sino el que lo hagaas.... mucha suerte.... un besos gigante
Me he sentido superidentificada con todo lo que he leído, cada día lucho porque mis pañabras sean escuchadas, por no callarme muchas cosas, por poder expresarme cuando quiero y no siempre lo consigo.
El otro dái conseguí algo grandisimo para mi, y fue senatrme a hablar con los menos nervios posibles con una de mis encargadas sobre un hecho ocurrido el fin de semana, y no veais que gustzo cuando lo solté todo, y aclaramos los malos entendidos, que al fin y al cabo ninguna teniamos culpa de nada, pero faltaba hablarlo, eso si, en frio, yo en caliente no hubiese podido..
Hablar sobre algo que ha pasado, un dia de iesta, las cosas que pasan, los comentarios, saber hacerles frente no es nada fácil, y mucho menos saber como hay que tomarlos, pues no todo el mundo lleva la misma intención, jeje.
En fin siempre fui tímida o cortada y ahora me defino como extrovertida cohibida, podría ser?? cohibida por todo lo que habeis dicho
Un besazo chicas
Gracias a las tres por vuestro comentario.
Violeta, Fredoomlady, tenéis razón, llorar es expresarse y comunicar lo hacemos constantemente, simplemente se me había pasado pensar algo así y es verdad. Gracias por estar ahí y hacerme ver cosas tan sencillas que a una le pasan desapercibidas. Como decíamos, hablar (o escribir) nos hace comunicarnos y así podemos ampliar los horizontes de nuestros pensamientos. por eso lo agradezco, es en ese modo que lo aprecio de veras.
Fredoomlady, ¿y no te cuesta dar lo escrito para que lo lean delante? yo lo pienso e incluso eso me pone nerviosa; es decir, que es el temor a la reacción, a verla de frente lo que me paraliza. Qué bueno que puedas hacerlo!
Están muy bien las frases que propones; yo intento también evitar los típicos "eres" tal cosa y sustituirlos por "tienes", "haces" o, lo que tú dices, "me parece", "siento que...".
Patita, qué buena noticia la que nos cuentas!! Se siente una mejor de aclar malentendidos, verdad? Me alegro de que tuvieses esa fuerza y de que luches cada día por mantenerla y que sobreviva al miedo. Extrovertida cohibida??? Podría ser, se me ocurre que de pensamiento e intención lo seas y en las acciones sea cuando, a veces, te cohibes. ?? jajaja
Lo dicho, muchas gracias, chicas!!
Un abrazote enorme!!
Y no todo es lo que parece.
La persona con la que hablé fue mi novio. Me desahogué, sí, sobre todo por las lágrimas que solté, que "soy muy dramática" según él.
Pero el resultado no fue el "esperado", si es que esperaba algo en concreto, que creo que no.
Estuvo de acuerdo conmigo en que mis ánimos estaban bajitos, pero del "lío" con la comida nada de nada. Escuché la frase tan común y que ya me habían contado que incluso algunos especialistas sueltan: "no tienes pinta de anoréxica". Yo no dije en ningún momento que lo fuera o que tuviera anorexia, pero eso fue lo que él entendió, aunque yo le repitiese la misma frase varias veces con más calma, a ver si veía la diferencia.
Estar tres días comiendo un par de piezas de fruta y otros comiendo hasta más allá de la saciedad le pareció normal y por otras cosas que le conté pareció pasar por encima, a pesar de mi hincapié.
Me sorprendió su entereza al escuchar ciertas conductas que le conté que tenía, no sé si porque ya las esperaba o porque no podía creérselas y pensó que exageraba.
Así que decidí seguir su idea, que no me pasa nada y pensar lo menos posible (esto es por algo personal, lo sé; creo que nadie aconsejaría no pensar). Me di cuenta de que lo que me ocurría era al revés de lo que yo pensaba: me había convencido de que tenía algo pero la realidad, las acciones y los pensamientos, me demostraban que no era así y me sentía falsa y contradictoria.
Heme ahora aquí dándome cuenta de que la obsesión se instauró y de que acudo a ciertas conductas purgativas sólo de cuando en cuando, más por haberlas aprendido que otra cosa -como canta Fito: "después de mucho tiempo aprendí, que hay cosas que es mejor no aprender"-. También me di cuenta, recientemente, de que para mí el control y el bienestar están unidos y al saber que no es bueno ni lógico, huyo de escribir planes y calendarios, lo que me hace sentir un descontrol y un desánimo fuertes. Me siento perdida dentro de mi barco a la deriva, más desamparada por mí misma que nunca.
No es algo triste, simplemente es.
Hmmm... me gustaría decirte algo que te anime pero no sé muy bien qué. Creo que si te tuviera a mano te daría un abrazo.
Gracias, Violeta!
Hoy volví a hacerlo y me sentí muy mal, tanto que mi novio me lo notó (normal, estaba super despistá!); el caso es que me preguntó si había vuelto a hacerlo, y le contesté que sí, que hoy mismo.
No me ha llamado loca, pero me ha "amenazado" con contárselo a mis padres si no voy al médico. Dice que me da un mes de plazo, "si no, me chivo!". jeje No pierde su humor y su ironía, el muy gracioso me decía que él también iba a tener que ir al médico porque no le gusta ir a trabajar, que le gusta más estar en la cama! qué cachondo! La verdad es que no sé aún muy bien cómo tomármelo, si como una broma que necesitaba expresar para sentirse mejor o una burla, supongo que lo primero.
Sólo era eso, quería contarlo aquí.
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