sábado, 16 de febrero de 2008

Atrapad@s

Atrapado, Alberto Tirado

Así me siento: atrapada, atrapada en el pasado, no porque haya viajado en una máquina del tiempo y no encuentre el modo de volver; es la sensación de que el pasado forma una barrera invisible que me repele cuando intento dar un paso y acercarme al futuro, la sensación de que necesito encontrar los recuerdos que mi memoria ha borrado por algún motivo. Es una sensación que tengo desde hace tiempo pero no sé bien cómo afrontar. Algo de miedo hay.

Pero esta entrada se llama atrapad@s, en plural, en femenino y masculino, porque no es de mí sólo de lo que quiero hablar.

Se emite aquí en España un programa dedicado a ayudar a familias que tienen conflictos, problemas, con sus hijos adolescentes. Se trata de un programa activo en el que una psicóloga se persona en la casa y convive varios días con el/los hijo@s, trabaja después con los padres y, por último, hace una puesta en común con todos en el entorno familiar. En el "capítulo" de ayer se mostraba una familia cuyo hijo mayor sufría de obesidad ("se pone a comer y no tiene fondo", decía la madre) y que a veces se lesionaba con sus propias uñas. La situación en casa era inestable y muy muy tensa. Viendo el avance, pensé "¡tengo que verlo!", por lo que toca con lo nuestro, con el tema del blog. Los casos que se presentan, previamente estudiados, son por supuesto, de lo que yo calificaría de "gravedad media", pues de ser muy elevada de nada serviría el trabajo de la psicóloga, pero sí hubo varias cosas que me gustaría destacar, porque pueden estar produciéndose en algunas familias que tengan una persona afectada de un trastorno alimentario.

Para empezar, el chico, de 13 años, comía por ansiedad, una ansiedad generada por la propia situación que vivía en casa, y cuando esos nervios, esa angustia, esa ansiedad, llegaban a convertirse en ira, acababa dando golpes y haciéndose daño a sí mismo (él explicaba que era porque no quería hacer daño a nadie y por eso se lo hacía a sí mismo y que era ya algo inconsciente, que lo hacía sin darse cuenta: fijáos en ese apunte, que quizás haya quien piense que se hería completamente consciente de ello).La ira, le explicaría la psicóloga, sólo se calma hablando, hacerse daño no calma realmente, es un autoengaño.

Los padres echaban la culpa de la situación a la actitud del hijo, y el hijo decía sentirse mal porque sus padres siempre estaban encima de él. Sin embargo, no hay culpables, hay responsables, como explicaba la psicóloga. ¿Por qué? Porque un culpable parece abocado a ir a la cárcel, el delito cometido no puede modificarse, mientras que el responsable de un acto puede recapacitar y cambiarlo para cambiar el futuro; porque, además, todos somos responsables de algo, independientemente de nuestra edad, lo que significa que somos alguien, una persona a la que exigir, pero también a la que respetar.
¿Cuál era la realidad? Que se había creado tal tensión que los padres llegaban a decir a su propio hijo palabras como "eres un imbécil", "vaya vago" o incluso "vete a la mierda", y se había llegado a una rutina en la que los padres sólo hablaban con él de lo mal que hacía las cosas. La psicóloga les explicaba que esa situación, esa actitud por su parte, hacía que su hijo no se apreciase a sí mismo (es como decirle a alguien "lo haces todo mal, eres tonto" de forma contínua, día tras día) y que su hijo se sentía frustrado al no poder alcanzar las expectativas que ellos tenían para él, lo que le hacía sentir esa ansiedad y ese malestar.

Es decir, que la actitud que tenemos, lo que decimos a nuestros hijos, amigos o pareja puede fomentar, especialmente en un adolescente que está aún forjando su personalidad, la baja autoestima o, por el contrario, una autoestima saludable, todo depende de lo que digamos y cómo lo digamos. Y recalco que no sólo ocurre con hijos o padres, también con amig@s y novi@s, pues si tenemos una pareja que sólo nos dice lo tontas que somos o que comemos mucho, por dar un par de ejemplos, eso también influye en nuestra forma de vernos, en la estima, el valor y el amor que nos tengamos a nosotras mismas. (si vamos más allá, veremos que es lo que ocurre en los casos de maltrato psicológico, un maltrato que pueden sufrir tanto las mujeres como los hombres).
Así, el niño tenía una imagen pésima de sí mismo, tanto de su aspecto físico como de su aspecto interior. Es común, y lógico, que si nadie te recuerda que tienes sentido del humor, que eres simpátic@ o que eres divertid@, sólo pienses en lo negativo que hay en ti. Es más lógico aún en una persona joven, o en un adulto a quien no se le ha reconocido en su adolescencia.
A ello se añadía una falta de confianza hacia el hijo; al pensar que no hacía nada bien, le decían constantemente lo que debía hacer. El hijo, con 13 años, era perfectamente capaz de organizarse, pero no sentía la sufienciente seguridad en sí mismo para hacerlo, idea que le venía reforzada por esa actitud de los padres. Me pareció muy revelador que la psicóloga tuviese que recordarle al chico que, además de tener obligacicones (de obedecer, respetar, etc.) también tenía derecho a quejarse.

Falta de confianza + falta de reconocimiento de las buenas acciones = baja autoestima

Era una rutina, un círculo en el que se encontraban atrapados los tres.

La verdad que me hizo recordar el día en que, tras unas sesiones de terapia, fui capaz de decirle a mis padres que sólo veían lo que yo hacía mal. Me costó llegar a darme cuenta y mucho más decirlo (puede que quizás no tanto, que lo dijese gritando como era común entonces...). Me escucharon, pero yo no tuve a una psicóloga que les hicies verlo más objetivamente; todo el trabajo fue mío y funcionó a medias. Lo que sí sé, es que la rabia de entonces ha disminuido muchísimo.
Me emocionó mucho ver la cara de sufrimiento de la madre al darse cuenta de que ella (y su marido) habían fomentado, ya no la tensión en casa, sino el malestar en su hijo, tan grande como para hacerse daño. Debe de ser muy duro enfrentarse a esa realidad.

Pero.. ¡no he terminado! Aún queda más que contar. Buff! Es que le saqué tanto jugo al programa de ayer... os aconsejo que lo veáis si tenéis la oportunidad. Llegué a casa muy tranquila, pero con la mente bloqueada; una frase se me repetía en la mente: "y ahora ¿qué hago?, ¿qué tengo que hacer con esto que tengo en la cabeza?", no podía pensar otra cosa que no fuera esa. Pensé en acudir a la comida y por primera vez después de unos meses me dije "si no tengo ganas, si eso no me va a ayudar a saber qué hacer con ello". Ahora que llevo un rato escribiendo (que parece que estoy escribiendo la biblia, ¡perdonad, mis lectores!) me he planteado que mi vida ha cambiado mucho desde entonces, para bien, y que no puedo echar eso por la borda, que tengo que reaccionar y cambiar mi actitud; no puedo estar con estos cambios bruscos con la comida que a nada llevan. Buff!! No sé qué será de mí a partir de hoy, pero creo que es bueno que haya llegado a esos pensamientos.

Ya no sé ni por dónde seguir, se me hace tan raro mezclar algo tan serio con tantos datos personales... No sé si servirá a alguien esto que escribo; a veces me preguntó el porqué del blog, pues recibo apoyos, sí, pero... ¿de verdad sirve de algo? Ojalá que sí, aunque sólo sea por el tiempo y la ilusión que puse en cada entrada.

Bueno, intentaré ser breve y terminar con dos ideas más:

- que los hijos reflejan a los padres, en su forma de ser y en cómo se comportan. Esto que parece una perogrullada, no lo es: cuando un hijo o hija sale alegre y divertido se dice: "ha salido a su madre/padre", pero cuando un hijo es perezoso, aburrido, triste... ¿acaso no refleja eso también lo que los hij@s ven en casa? Yo lo resumiría diciendo "si estamos para lo bueno, también para lo malo".

- si queremos que algo cambie, actuémos; no nos quejemos continuamente de lo que ocurre si no estamos poniendo de nuestra parte para modificar la situación. No podemos quejarnos de algo que dejamos que siga igual, porque en realidad estamos permitiendo que continúe así. Lo resumiría diciendo: "si te sientes atrapada, busca cómo romper los barrotes de tu jaula, porque fuera hay luz".


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo has clavado, Miranda. Sé que son problemas muy complejos pero a la vez cada vez tengo más la sensación de que se resumen en muy poquitas cosas y todas aparecen en tu entrada. Además es estupendo que le veas las orejas al lobo y que le dejes bien clarito quién manda aquí. :)
¡Ánimo y sigue así!

Mandrágora dijo...

Hola Miranda...
Me ha parecido muy interesante tu entrada sobre todo porque mi situación en casa está terrible!
Todavía estoy procesando la información, pero no podría terminar mi comentario sin contárte porqué apoyo tu blog. Lo hago, porque el sólo hecho de que tengas el valor para crear un espacio como este en medio de tantos que se le podrían oponer me parece muy bueno, además se necesitan personas cómo tu... con esta disposicion, para apoyarnos los unos a los otros y salir todos!
Por otro lado, me gustaría contarte que el Martes me veré con mi psiquiatra, y tengo pensando contarle lo del grupo y por supuesto de tu blog, para ver qué ideas se nos ocurren y animarla a que participe en el proyecto o por lo menos cree un espacio donde pueda afrecer ayuda.
Cuidate Mucho
y Muchas Gracias por tu blog!

Anónimo dijo...

Tendré que ver ese programa porque tengo una situación en casa muy parecida desde niña.
Puede hacer mucho daño a una persona que constantemente se le esté reprochando todo lo que hace mal, te mina la autoestima, destruye tu personalidad,te hace sentir que no vales nada... además creo que no hay cosa que duela más que tus padres te miren con decepción.


Me gusta mucho leer tu blog,aunque hables de temas tan duros como los trastornos de alimentación consigues hacerlo desde una perspectiva positiva y esperanzadora y eso me gusta :)

Anónimo dijo...

Hola!!!

Pasaba a saludarte!
Espero que estes bien!

Un besote!

Miranda dijo...

Me alegro de que os haya gustado, pero sobre todo de que os haya ayudado a sentiros un poquito más aliviadas y con ganas de indagar en lo que os ocurre y ponerle remedio.

El programa se llama "S.O.S. adolescentes", pero no recuerdo el nombre exacto del capítulo, que, imagino, lo tendrá.

Gracias por esas opiniones tan positivas sobre mi blog, me animan mucho a seguir adelante con él, de verdad, aunque haya estado varios días desconectada.
Y claro que es esperanzador! como lo es la recuperación, porque existe!

Un abrazo de cariño a todas!

Mandrágora dijo...

Hola Miranda...
Gracias por tus palabras! significan demasiado para mí enserio, me sientoafortunada de que alguien como tu me lea...
No sé si leiste en el otro lado(por lo visto no jeje) que tuve que aplazar la cita con mi psiquiatra al Martes de la otra semana, por dificultades en mi casa, le verdad también me da miedo ir, porque la última vez no me fue muy bien...
Sin embargo comentarle acerca del proyecto es una de las cosas que más me motiva a ir!
Cuidate mucho...
Te mando un abrazo gigante!