sábado, 16 de junio de 2007

Quiero adelgazar

Quiero adelgazar, me gustaría perder peso, tener una o dos tallas menos, sentirme linda, guapa, delgada. No quiero ser anoréxia, no quiero ser bulímica, no quiero tener un trastorno de alimentación, sólo quiero adelgazar. ¿Tan malo es?

Estos días he ido de compras. Me he puesto triste ante el espejo de los probadores, he hablado a mi madre de forma algo agresiva, más bien alterada, cuando me decía que la ropa me quedaba bien. No era verdad, los vestidos me hacían barriga.

Los sujetadores me quedaban bien, pero mis pechos son pequeños, los aros se clavaban en el centro. Intuía los huesos del tórax. Aún así quiero adelgazar: tengo el culo, las piernas y la tripa gordos. No es que los vea así, es que lo siento así.

He vuelto, después de años, a una de las tiendas de las que en su día salí llorando por lo mal que me quedaban los pantalones. No he sido capaz de probarme uno solo, ni allí ni en ninguna otra tienda de las que he visitado. Prefiero ahorrarme el mal trago.

Fiesta Triste

Sólo quiero adelgazar.


Pero las personas cambiamos, acumulamos experiencias (buenas o malas) y conocimientos.
Sé que para adelgazar tengo varias opciones



Finished

Puedo comer menos o dejar de comer. Sin embargo, a la larga eso provocará que mi cuerpo ahorre toda la energía posible, pudiendo provocarme hipotiroidismo. En cualquier caso, cada vez tendré que comer menos porque mi cuerpo engordará con lo mínimo que ingiera; 30 kilocalorías serán para él como 80 ó 100. Y si llegase a la inanción completa me provocaría la muerte, eso sin contar con la falta de fuerza, las discusiones en casa y con mi pareja, los ingresos en el hospital y el malestar físico y psicológico. Así que prefiero no dejar de comer.

Podría comer lo que me diera la gana y provocarme el vómito, con o sin atracón. Pero tengo ya la garganta débil y varios empastes en las muelas, no me gustaría quemarme el esófago con los ácidos del estómago ni deshacer mis dientes; tampoco que mis ojos se tornasen rojos por la rotura de sus venitas. Ruidos raros en el baño; mal sabor de boca, ojeras... Tendría que mentir a quien más quiero, incluso a mí misma. No quiero eso. Mi vida, mi salud, se merece algo más.

También podría comer a mi gusto y tomar laxantes. No es que no lo haya pensado, porque en casa hay una caja y sé dónde está. Durante años me atiborré a fruta y verdura y los nervios me provocaban diarrea, así que ahora tengo un estreñimiento leve e interrumpido. Si tomase laxantes mi intestino se volvería vago, ya que no necesitaría trabajar para ir al servicio y mi problema de estreñimiento no haría sino empeorar, ya que en algún momento de mi vida querré dejar los laxantes y, entonces, no podré, los necesitaré siempre. Sentirse llena por llevar varios días sin ir al servicio es una sensación tan incómoda que crea malhumor. No quiero tener mal genio a diario el resto de mi vida.

Otra opción es hacer ejercicio a diario, bailar al levantarme y moverme todo lo que pueda. Conozco a varias chicas que fueron deportistas en su adolescencia; jugaban al baloncesto, iban a la piscina o formaban parte de un equipo de fútbol femenino. Cuando su actividad física disminuyó de forma importante (porque pasaron a la universidad, porque no querían seguir en el equipo, por motivos de salud o por otras razones) engordaron varias tallas en poco tiempo. Su cuerpo se había acostumbrado al ejercicio, pedía la misma cantidad de comida pero no se movía igual, así que almacenaba su energía. Yo no creo que pueda mantener un nivel de ejercicio elevado (trabajar, estudiar, limpiar, cocinar, comprar, descansar, escribir, etc.); es más, si algún día decidiese ser madre, no podría practicarlo. Ver que mi cuerpo engorda aún más, sería devastador psicológicamente hablando. Me hundiría más aún.

Otra posibilidad sería mezclar todo lo anterior. Pero si una sola de ellas puede provocar un desequilibrio de por vida, no quiero ni pensar lo que podría ocurrirme si las mezclo. Ya de por sí hay días que no sé cuándo tengo hambre o cuando estoy llena (por la alternancia de comilonas y ayunos), no quiero ni pensar cómo estaría mi cuerpo de descompensado, lo volvería loco, no sabría qué hacer.

Por todo ello creo que lo más sensato es ponerme manos a la obra y actuar en consecuencia, buscando el equilibrio, buscando la salud: alimentos variados, ejercicio moderado y no obligado, descanso y un poco de relajación. Tampoco vendría mal una reflexión diaria o semanal, ni una terapia.


No sé quién leerá esto. No es broma. Siento ganas de perder peso, pero ahora soy consciente de todo lo que puede provocarme, ya no la obsesión, sino las "tácticas" que tengo a mi disposición para adelgazar. Sé por experiencia que no es posible mantenerlas de por vida (años sí, pero no una vida entera) y en el momento en que me pare a pensar y quiera recuperar mi salud, mi vida, cuando quiera vencer a la cercana muerte, será mucho más difícil, más doloroso, más lento y tendrá consecuencias de por vida que ni si quiera puedo imaginar, porque no es lo mismo verlas que padecerlas.

Cuando una/o está enferma/o, se vuelve cabezota, sólo ve lo que quiere ver y las consecuencias, los problemas y la realidad se dejan al margen, bajo la sombra. Una/o sólo se fija en el engañoso espejo, en la necesidad de adelgazar, cuando la verdadera necesidad es la de entenderse y aceptarse. Después, si no ha muerto en el intento, cuando uno quiere recuperarse, llora y se arrepiente de muchas cosas. A la mayoría de las personas que empiezan con un trastorno de alimentación, ésto les da igual, no escuchan, la imperiosa necesidad de perder kilos se torna en obsesión y sólo les importa ésta. A mí la vida me dio otra oportunidad. No quiero volver al malestar de entonces, aunque a veces crea que necesito volver a él para que todo me vaya bien. Mi mente también se equivoca: por un momento sólo recuerda la felicidad de sentirse ligera y olvida las lágrimas diarias, el sentimiento de culpa, el aislamiento del mundo y el encierro en mi habitación, los constantes pensamientos en la comida, en la ropa y en el peso.

Quiero adelgazar, pero no quiero volver a entonces. Todo tiene un precio. Ahora sé que ésto no lo merece.

8 comentarios:

Ariadna dijo...

No te dejes engañar :).

Para sentirte guapa no necesitas adelgazar. Aunque... cuando uno tiene grabado a fuego que si, es muy dificil eliminarlo.

Todos tenemos tripa. Todos tenemos piernas. Todos tenemos culo... unos mas que otros... si tu genetica dice que acumules grasa en tu culo y tus piernas (como el 85 % de las mujeres para permitirnos sobrevivir y darle de mamar a nuestro posible retoño) y que tienes que llevar distinta talla en el bikini arriba que abajo... pues que le vamos a hacer.

Pero se que no necesitas adelgazar para sentirte bien, guapa, y agusto con muchisimas prendas.

Ahora, si quieres quitarte un par de kilillos, o 5... consultalo con un buen terapeuta... Lo mas probable es que eso no haga mas que alimentar la idea de que para sentirte bien necesitas pesar menos de X kg. Es una idea falsa que nos limita. Y cuanto menos crezca mejor...

Ten cuidado. Y si se te va de las manos, pues para. Solo cuidate, ok ? :)

Besos.

Miranda dijo...

Hola, Ari.

Kilitos casi siempre tengo ganas de perder, por esa idea grabada a fuego que tú dices de que para sentirme bien necesito estar más delgada.
Lo que pasa es que he comprobado que no me sirve de nada perderlos; antes sí me sentía bien al hacerlo, ahora me siento igual o peor y encima sé todo lo malo que puede traerme.

Sé que, por salud, no necesito perderlos, es más, tengo un peso bajo dentro de lo saludable.

Mi mente está confusa estos días con "quiero, pero no debo", "será mejor, pero todo seguirá igual" y necesitaba escribirlo y desahogarme.

Afortunadamente, la edad y los conocimientos me ayudan a saber qué es mejor para mí; por eso, aunque me encantaría perder peso, no creo que lo haga. Ya basta, es mejor estar sana y buscar la felicidad en lo que de verdad se lo merece.

BEsitos, guapa!

Ariadna dijo...

Que razon tienes :).

La verdad es que yo ando ahora tambien en la cabeza. Y he empezado a hacer lo tipico... no me tomo dos bolas de helado, si no una... evito las patatillas fritas... en lugar de llevarme para comer el sanwich de foigras me lo llevo de queso con tomate natural...

Hum, y ahora con el verano, pues tiro a las ensaladas. Pero de momento estoy haciendo muy poco, asi que espero pasar este bache (y dejar de pesarme cada mañana como vengo ahciendo un apr de emses, ya de paso).

Me pasa igual que a ti, dentro del peso saludable, ando algo hacia la baja. Y la verdad, si me quitara 4 kilillos... ays, que maravilla XD, lo justo para estas cartucherillas XD. Pero en fin.

Como tu dices, no merece la pena, ya tenemos bastante experiencia.

Estamos rebuenas como estamos, no nos hace falta perder ni ganar nada ;). Ninguna tregua a la obsesion.

Besos nena :). Y feliz cumple!!!!! Argh, und ia de retraso :S... que fallo...

Espero que lo pasaras muy bien :).

Anónimo dijo...

http://nataliasuicida.blogspot.com/

Miranda dijo...

Querido/a anónimo, escribí en el blog cuya dirección me dejaste, pero más tarde me di cuenta de que había leído con mucha rapidez el comentario y posiblemente no fueses la autora del blog, así que te digo exactamente lo mismo que a ella:

no entendiste la entrada que escribí: quiero adelgazar, me encantaría hacerlo, pero no a costa de joderme la vida; lo pase muy mal cuando empecé en ello, hace ya 11 años, y no quiero volver a llorar cada día.
Esa entrada era para desahogarme, para explicar que me encantaría tener un cuerpo perfecto, pero que ahora me estoy dando cuenta de que lo que hay que hacer para conseguirlo, no merece la pena; es más, si te digo la verdad, ya he llegado a entender que tener un cuerpo 10 no es ser feliz y mucho menos perfecta.
Es más que probable que tú no pienses así; siento no compartir tu opinión.

Anónimo dijo...

Acabo de leer esta entrada... medio año después. Una cosa está clara: ¡escribes de maravilla!

Creo que has alcanzado la única forma de vivir relajada con una enfermedad de este tipo: aceptarte a tí misma. Incluso aceptar que, aunque sepas que es una bobada, quieres adelgazar. No hay nada malo en ese sentimiento si consigues mantenerlo bajo control y no hacerte daño. Vamos, más que que no haya nada malo es que el sentimiento está ahí y no se va. Y los sentimientos no se deben reprimir ni ignorar.

Por otro lado, a mí cuando me da por pensar que no me gusta mi cuerpo me ayuda salir a la calle y ver a la gente con sus kilos de más y tan contentos, ¡y tantas veces tan atractivos!

Miranda dijo...

¡¡Hola, Violeta!!

Como tú dices, los sentimientos no se pueden ignorar: en ese medio año que ha pasado, los sentimientos y pensamientos que entonces andaban revueltos en mi cabeza, me han llevado a estar en horas bajas, de bajón, en recaída (si es que lo puedo llamar así). Sigo teniendo fuerza y parece que no he perdido la capacidad de sonreír ni de bromear, pero cada día que pasa tengo menos ganas de salir de casa, me aburren muchas más cosas que antes y, después de muchos años sin acordarme de ello, he llegado a tener momentos de irritación, de pataletas "infantiles" e incluso ganas de esconderme bajo la mesa o de pegarme en la cabeza con mi propia mano.
No me siento igual que entonces y quiero creer, como dice una amiga mía, que este bajón y este caos son la antesala de una recuperación definitiva. (aunque siendo sincera, no hago más que desmentirme la idea de que esté mal, es curioso...).

Gracias por tu comentario!
Un besito!

Unknown dijo...
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