domingo, 12 de octubre de 2008

Natalia

Yacía en el suelo de su cuarto, boca abajo, con los ojos cerrados y las manos a la altura de la cabeza, como si hubiese caído de una escalera y se hubiese encontrado con él.
Lo que antes habían sido gritos, ahora era silencio; lo que habían sido lágrimas eran ahora manchas en la ropa y el parqué.

El vecino habría jurado que estaba probando unos zapatos nuevos por las carreras que había oído; su novio asumió que estaba en la ducha porque no contestaba a ningún teléfono. Ella se buscaba a sí misma en su cabeza porque su cuerpo, descontrolado, no le respondía: corría, saltaba, gritaba, lloraba, se golpeaba, se tiraba al suelo, se levantaba...

La mente en blanco. Antes llena de odio, falta de respeto e insultos, de impaciencia y contradicción.
Un ruido seco sobre la puerta.
- Sí, he oído muchos gritos: "¡No, no!", varios golpes y al rato un silencio repentino.
- ¿Y dice que aquí sólo vive una mujer?
- Sí.
- ¡Aquí está! -dijo otro hombre.

El agente se acercó y miró a su compañero, que se agachaba junto a la chica.
- Tiene pulso, parece que está dormida. ¿Y el médico de urgencia?
- Aquí estoy -dijo entrando en la habitación y empujando al agente.

El doctor había reparado en la casa, revuelta, y al ver a la chica sobre el suelo se fijó en su pelo enredado como lo tenía y en sus ojos hinchados. Le retiró unos mechones de la cara y la llamó por su nombre.
- ¿Cómo te encuentras? ¿puedes levantarte?
El agente había permanecido callado desde que entró, atónito, y sólo ahora al oir la débil voz de Natalia pudo cambiar de gesto y dirigir su mirada al médico, sin pronunciar palabra alguna.
- Ansiedad.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Directo y a la llaga, ¿eh? Me gusta mucho el minirelato. A veces me pregunto por qué nos cuesta tanto expresar la ansiedad en público o pedir ayuda. ¿Quizá por la impresión de que es un malestar que nadie puede curar ni aliviar? ¿por miedo a que nos despachen con un "si no es para tanto" o algo así? ¿Por que no lo podemos explicar?

Dhanaev dijo...

Muy duro para mí recordar, con tus tremendas palabras los pasados ataques. Pero es necesario que existan personas como tú. Con esa facilidad asombrosa de llamar a las cosas por su nombre, sin tener miedo.
Me encanta como escribes tesoro. Es un placer "escucharte". Besos