Sueños e ilusiones. ¿desaparecen? ¿vienen y van? ¿podemos vivir sin ellas?

Hace unas semanas leí la historia de la modelo Nieves Álvarez. Ella desarrolló la anorexia nerviosa en su adolescencia y no paraba de decir que quería ser modelo. Finalmente, tras pasar por el hospital, con mucho apoyo de su familia y numerosas pruebas, consiguió entrar en el mundo de la moda. Dice en su libro, señalando que su historia, como todas, es personal e intransferible, dice que salió de la enfermedad gracias a su profesión. Porque el director de su agencia le dejó claro desde el primer día que tenía que comer para poder trabajar como modelo. Y así, poco a poco, con altibajos y mucho esfuerzo, fue comiendo y saliendo de la enfermedad.

Su caso me hizo recordar al de la actriz mexicana Anahí, de la famosa serie Rebelde, que en algún vídedo de YouTube que puede verse desde este blog, contaba que salió de la enfermedad por su profesión, porque si no comía y se recuperaba no podía trabajar y eso era lo que más le gustaba: su trabajo de actriz.

Como ellas habrá seguramente más casos. Y quien lo haya conseguido, por las dos cosas, por la recuperación y por conseguir su sueño, enhorabuena.

Pero ¿qué ocurre con todas aquellas chicas (y probablemente también chicos) que, metidos en la enfermedad, no consiguen realizar así su sueño? ¿cómo transcurre su enfermedad? ¿pierden las ganas de vivir porque su sueño es irrealizable? ¿se pasan al bando contrario? me refiero a quienes tienen anorexia nerviosa, si al ver su sueño perdido se rinden y caen en la bulimia, si deciden recuperarse porque se olvidan de su sueño, o si directamente se suicidan, que no son pocos los casos, desgraciadamente.

Los tópicos existen, hay chicas que caen en la anorexia porque quieren ser modelos o actrices, pero no son generalizables a todas las personas que sufren esta enfermedad, sólo son un porcentaje del total.

Y cuando hablamos de sueños, no necesariamente tenemos que referirnos a ser modelo o actriz, podemos estar refiriéndonos a un objetivo más sencillo o alcanzable que, llegado el momento, se deshace como las nubes sopladas por aire. El mundo se viene abajo, porque el motivo por el que vives, no tiene sentido alguno, ya no existe; y, sin embargo, sin él, estás perdida. ¿Qué haces entonces? ¿buscas uno nuevo? ¿te derrumbas? ¿te dejas llevar por no-sabes-qué?

Los sueños son ilusiones tremendas que te hacen vibrar. Pero cuando una ilusión tras otra se viene abajo, desaparecen... ya no puedes vivir de ilusión, porque la experiencia te dice que sufrirás, que no va a cumplirse ninguna de ellas, que mejor ahorrarte el malestar que te provocará. Pero, claro, por otro lado, sabes que es necesario tener ilusiones, que éstas se crean solas porque el ser humano las necesita para sonreír y seguir adelante. Entonces es cuando la ilusión pasa a segundo plano. Quizá lo intentes, quizás no (luchar por esa ilusión, ese sueño), y si lo intentas será como hobbie, con los pies sobre la tierra, con el mismo tesón que si fuese un sueño de verdad, porque lo es, porque necesitas intentarlo, pero tienes mucho miedo a fracasar de nuevo. ¿Se cumplirá? Sueñas con ello. ¿Y si no se cumple? Otro fracaso más. Nuevas dudas, la constancia se detiene; un día luchas, otro no.

¿Cuáles son las ilusiones que nos mantienen vivos? ¿y si no se alcanzan? ¿cuáles nos buscamos para no sentirnos fracasados?

¿Qué ocurre con quienes, enfermos de TCA, ven fracaso tras fracaso, a pesar de su gran esfuerzo perfeccionista? ¿Cómo se lucha contra esto? ¿Se deja uno vivir amargado, sin ilusiones ni objetivos, o se tira por la ventana? (y perdonad la expresión)