domingo, 15 de junio de 2008

Al alimón

La dulce y alegre Graciela me dejaba esto en un comentario:

el psiquiatra Carlos Delgado reflexiona sobre que la anorexia y la bulimia nerviosa no son enfermedades de niñas tontas que desean ser delgadas. Son personas con una grave perturbación psicológica. Muy frágiles. En un momento dado se ven frente a un conflicto: no pueden evolucionar psicológicamente como personas ni pueden crecer, el conflicto es angustioso. Deciden crecer retrasando su desarrollo. Requieren mucha ayuda.


Por otro lado, en Tecau (Tejiendo Caminos de Autoestima) Violeta nos traía este otro fragmento:

Al contrario que en el alcoholismo y las drogadicciones un TCA es un comportamiento adictivo. Una mujer con un TCA es adicta a cierta conducta alimentaria y no a la comida en sí. Pero la comida no es el problema. Cuando una persona se quiere curar de un TCA tiene que estar dispuesta a ir más allá de la comida y descubrir el verdadero hambre que se esconde tras la necesidad compulsiva de comer.


Los traigo aquí al alimón porque son cuestiones en las que he pensado mucho y sobre las que incluso había reflexionado con otras personas, con Violeta y otras chicas. No había llegado a la conclusión yo sola, pero ahí las tenéis.

Y ¿por qué las traigo aquí? Porque para mí son importantes. Es importante darse cuenta de que escondemos sentimientos e ideas detrás de nuestro comportamiento "anormal" (quiero decir, alterado) con la comida, sea cual sea éste (exceso, falta, vómitos u otras purgas, sólo unos alimentos, mucho ejercicio físico, etc.). También bajo otros comportamientos como puede ser el dormir de más por no ser capaz de levantarse o hacerse daño a uno mismo (autolesionarse, autoagredirse, verbal o físicamente).
Para nosotros todos esos comportamientos son "normales": me llamo tonta porque sí, porque lo soy; no intento estudiar o hacer tal o cual cosa porque no valgo para ello, soy una torpe o una estúpida; como porque sí, porque estoy nerviosa y no puedo parar. Y ahí nos quedamos, no vamos más allá; e incluso cuando nos interrogamos e intentamos traspasar la línea y entendernos, nos resulta arduo, dificilísimo.
Pero por algo hay que empezar. Y tal vez después de decenas, docenas o cien intentos nos demos cuenta de que solas/solos no podemos sacar lo que nuestra cabeza esconde con la comida y con otras conductas... ya no anormales o alteradas (que también) sino perjudiciales, que dificultan la vida y amargan la existencia. Incluso aunque no estén ahí constantemente, que vengan y vayan. Están ahí. La tos puede ir y venir, pero ahí está hasta que nuestra garganta y nuestro organismo se recupera y desaparece.

¿Adicción? Me pregunté mucho y me había convencido de que la comida y las purgas (vómitos, toma de laxantes) eran adictivas. Ahora es cuando entiendo que no lo son por sí solas, sino la conducta en sí. ¿Por qué? Entiendo, por mi experiencia, aunque puede que me confunda, que lo son por el bienestar momentáneo que se percibe; o, por ejemplo al vomitar o tomar laxantes, porque, al contrario, al menos no te sientes tan mal por haber comido tanto. Así ocurre (me ocurría y a veces me ocurre) cuando controlas lo que comes: el miedo que te da comer, desaparece, puedes permanecer tranquila, vuelve la calma; sientes una gran fuerza interior, algo que te dice que así lo estás haciendo bien y lo vas a conseguir (¿consequir qué? me pregunto. ¿Qué se pretende conseguir con el control férreo de la comida?).

Cuándo nos demos cuenta de estas y otras cosas depende de cientos de detalles. Lo que vale es darse cuenta. Desgraciadamente darse cuenta, aceptarlo y pedir ayuda no son la misma cosa, no se producen a la par. Pero no puede darse una sin la anterior.

Vaya, ya vuelvo al tema "de siempre", al que me ronda semana tras semana y que al final acaba saliendo, al alimón, porque tiene relación con lo anterior.

En fin, no voy a seguir dándole vueltas. Para mí esos dos textos eran importantes; quizás para vosotros, para ti que me lees, también lo sea, que sirva de algo.

No somos rar@s. Raro es aquello que no entendemos.
Y como dice mi abuela: "para aprender hay que perder". Porque, al fin y al cabo, recuperarse conlleva conocerse, aprender a darse una y otra oportunidad, aprender a escucharse, a no hacerse daño, a aceptarse e incluso a quererse a uno mismo.


5 comentarios:

Dhanaev dijo...

Querida Miranda:
Desde luego que tus palabras no dejan indiferentes a nadie, llevo poco tiempo “escuchándote”, pero tu manera de escribir es tan cercana, tan especial, que no me permite, dejarte sin oír lo que pienso. Antes de nada quisiera decirte que ha sido un regalo encontrarte.
Con respecto a lo que escribes, yo pienso que el problema de los TCA es conductual. Es como el Reflejo de Paulov, nuestros affaires con la comida, no son más que algo que hemos ido asimilando, por desgracia. Yo a veces pienso que si se acabara la comida, se acabaría el problema pero… ¿Entonces cómo viviría? No se si me explico, mi problema (Y hablo de mi porque no conozco a nadie que padezca bulimia como yo) es que vuelco en la comida todos mis problemas: trabajo, familia, baja autoestima… es una forma de gritar de una manera muda. Detrás de mis vómitos no solo hay restos alimenticios, hay tristeza, dudas, indecisión, la no aceptación de mi misma… muchas cosas, y ninguna buena. Detrás de la enfermedad están todas mis inquietudes, los fantasmas… todo lo que me aterra. El TCA es un nombre, nada más. Tras él se esconde una niña asustada, rota, que se siente vacía, con escasa cordura y mucho dolor porque jamás llegará a sentirse viva, aunque la sangre recorra su cuerpo…
No sé Miranda, Mi verdadera adicción, creo, es infravalorarme, hacerme daño, sobre todo animicamente… y creo que a muchos de nostr@s nos ocurre lo mismo…
La venda de los TC oprime nuestra mirada, no nos deja ver lo bonito que son nuestros sueños, tan solo nos rompe los amaneceres, por eso hay que pedir ayuda, nosotr@s solos no podemos.
Y para finalizar una nota positiva: Siempre, y digo Siempre hay alguien que nos preste tiritas para curar lágrimas y corazones tristes, solo hay que llamarlas y acudirán. Existen ángeles que velan por tod@s
"Busquémoslos"

Besitos cielo (gracias por escribir tan lindo

Anónimo dijo...

Yo estoy de acuerdo con lo que dice dhanaev del problema conductual. Mi psicóloga siempre habla de la comida en relación a la infancia en la que comer es estar cerca de la madre, sentirse querida, etc. No sé cómo encaja eso con la restricción...

De todos modos, independientemente de cómo empezara el problema, o de por qué la comida y no otra cosa (el alcohol, etc.) a estas alturas para mí los problemas con la comida son la forma que tiene mi cuerpo de comunicarse conmigo cuando no hago caso a sus llamadas. Si paso de él se rebela. Lo que pasa es que es un lenguaje poco diferenciado, como cuando los bebés lloran y no sabes si tienen hambre, si quieren que les cambies el pañal, si les duele la tripa, si se aburren... El cuerpo no nos dice lo que le pasa, solo que está mal.

Como dice Miranda estamos acostumbradas a muchas cosas de las que ni nos damos cuenta. Por eso hace falta alguien desde fuera que nos enseñe el peso que estamos cargando antes de que podamos dejarlo atrás y seguir caminando ligeras.
¡Un beso!

Ariadna dijo...

Dicen que somos animales de costumbres.

Y es verdad. No tengo mucho que añadir. Pero nos cuesta mucho buscar otras formas de reaccionar, de actuar, de vivir. Aprendemos una, y la utilizamos una y otra vez. ¿Por que cambiarla, si no conocemos otra?

Es una vendita en los ojos. Y no vale con quitarla, loq ue vemos detras abruma.

Animo, y palante, un besito a todas. Y a aprender a vivir de otra manera. No solo tiene valor el objetivo. El camino tambien puede disfrutarse.

Unknown dijo...

Hola mis tesoros, incluida vos Miranda, no sé la edad que tienen, pero hay un momento en que nos hace un click, aprendemos a querernos tal cual somos!!!. Mi problema de la Anorexia y Bulimia viene de la mano con lo pasado en mi infancia, a los niños hay que darles mucha confiaza en sí mismos, para que no desarrollen luego enfermedades como éstas u otras.
Mi psiquiatra me viene leyendo desde hace años, la conducta cognitiva...no hay que dejar el tratamiento aunque te enojes con él, jajaja yo le he dicho H de P, TARADO...un montón de malas palabras, porque cuando me vé mejor me hace trabajar con mi autoestima, he salido llorando y muchas veces riendo.
Después de tantos años, no creo que una niña o un niño (hay muchísimos casos, más de lo que imaginen) vea un cuerpo y diga !así quiero ser yo!!!, nooo todo está en la crianza que nos den.
He sido muy crítica conmigo misma, ahora me acepto con mis virtudes y defectos, nadie es perfecto.
Cuando decidí tener mi primer hijo, consulté si podía tener una crisis, mi obstetra y el psiquiatra me dijeron que nó, que me ayudarían para que estuviera bien. Lo lograron!!!, pude solo tener dos nenas Carla de 19 años y Lucía de 17, perdí un embarazo a los 40 años y decidí no intentar más. La alegría durante los mismos, no se la podría explicar!!!, mis partos fueron normales, el peso de las bebas excelente y son dos estrellitas que no me han ni me dan trabajo, dulces, cariñosas, caritativas...les he contado de mi enfermedad cuando pudieron entenderlo, claro que se daban cuenta que algo le pasaba a mamá.
Adelante, Adelante, todas pueden salir, mis besitos chuiks chuiks y abracitos perfumados desde la llanura cordobesa de Argentina, sí Miranda soy cordobesa de Argnetina, jajaja adiós, hasta cada día!!!

Miranda dijo...

Chicas, sois geniales.
Gracias, Dhanaev por tus palabras (no sabía que mis palabras llegasen tanto, muchas gracias), y bienvenida al blog!

Sí, estoy de acuerdo con vosotras, es algo conductual; no sé cómo lo expliqué arriba, pero era eso lo que quería decir: la conducta de "pagar" nuestros sentimientos ocultos (nuestros problemas) con la comida es la conducta adictiva, como lo es también hacernos daño con palabras como dice Dhanaev. No sé qué tiene ese acto, pero llega un momento que cuando más te insultas, mejor te sientes. No entiendo cómo funciona ese mecanismo, la verdad. Me resulta muy extraño. Será que como no somos capaces de vernos mejor o no lo aceptamos, preferimos mantenernos mal pero seguras, porque es lo "único" que conocemos. ¿nuevamente el miedo?

Violeta, qué bueno que hayas aprendido a detectar cuando tu cuerpo te da esos avisos, aunque sea difícil como dices, es una forma más de ayudarte a superarlo. Seguro que ya te estarás dando cuenta: según pasa el tiempo, ocurre menos, se identifica antes el pensamiento que causa el malestar que la propia "necesidad" de comer. ¡Sigue así, guapa!

Ariadna, eres una luchadora nata. Bien por darnos ese toque para que no nos dejemos llevar por las costumbres y romper el "vicio". Gracias!!

Y Graciela... eres un encanto, gracias por tu apoyo. Me alegro de que hayas salido de todas y cada una de las recaídas que has tenido. Sigue queriéndote tanto (y más!) como hasta ahora. VAya dos nenas, tenéis que estar muy orgullosos de ellas, y ellas de ti!

Un abrazo a todas.
Muchas gracias por vuestros comentarios, y perdonad la espera.