miércoles, 9 de enero de 2008

¿Somo víctimas o victimistas?

"¿Por qué se portan así conmigo?", "¿Por qué están todos en mi contra?", "¿Qué he hecho yo para merecer esto?", "Yo no he hecho nada", "Ojalá mi (vida /trabajo) mejorase", "Si tuviese (amigos/dinero/trabajo, etc.) todo me iría mejor", "Si mi padre/madre/hermano/amigos hiciesen (esto) o (lo otro), la vida sería más fácil", "Nadie me entiende", "No hay derecho", "Me toca siempre todo lo malo".

¿Dices algunas de estas frases u otras similares con cierta frecuencia? ¿Podría ser que las digas pero de forma tan inconsciente que no te des cuenta?

Son frases comunes de un comportamiento victimista. Es un comportamiento no poco común y que va más allá de los límites de un trastorno de alimentación: muchas personas con la autoestima baja sufren de estos pensamientos "victimizantes", tengan o no un TA.

Aunque no resulte agradable leerlo -sobre todo cuando uno se da cuenta de que tiene este comportamiento- el victimismo se define como una tendencia a considerarse víctima; en otras palabras: es la tendencia psicológica (es decir, de pensamiento) a culpar a los demás de todos (o buena parte) de los males que uno padece: "¡pobre de mí!, los demás son culpables de lo que me ocurre". Este modo de pensar se caracteriza por
  • una deformación de la realidad, al exagerarse lo negativo (como se suele decir: nos ahogamos en un vaso de agua; hacemos de un granito de arena, una montaña);
  • por el regodeo en el lamento, esto es, gusto por manifestarse como una víctima ante los demás . Es una forma de llamar la atención a través de la compasión de los demás, y si este modo de pensar se convierte en habitual, muy probablemente quien desarrolla esta "estrategia" de protagonismo, acabará creyéndose lo que dice.
  • Incapacidad de autocrítica: al no sentirse culpable de su comportamiento, la persona victimista es incapaz de criticar sus propios actos (para bien o para mal).

¿Qué conlleva este modo de pensar? Básicamente éstas consecuencias:

  • un sentimiento de impotencia más o menos profundo;
  • una baja autoestima (cada vez más);
  • una incapacidad para tomar el control (la culpa de lo que nos ocurre está en algo externo, nunca en nosotros);
  • y, por último, son personas más fáciles de intimidar.

Modificar este modo de pensar -está claro que en nuestro beneficio, para subir un poquito nuestra autoestima y sentirnos dueños de nuestra vida- es posible. Para conseguirlo es necesario darse cuenta de si nos comportamos o no así, y darnos cuenta cuando tenemos estos pensamientos. Por otro lado, hay que admitir que cada uno es responsable de su comportamiento, de sus actos: los demás, de los suyos; nosotros, de los nuestros. Ni ellos son responsables de cómo nos comportamos, ni nosotros de cómo lo hagan ellos. Puede existir una influencia, eso es cierto. Por ejemplo, si alguien nos chilla por estar enfadado, podemos reaccionar chillando; pero esa persona no será responsable de nuestros gritos, pues también podemos reaccionar respirando hondo y hablando con calma. Es un ejemplo banal, tonto, pero puede extenderse a otras situaciones más complejas de la vida. ¿Cómo se hace entonces? Dado que hemos dicho que es un modo de pensar, detectando e intentando modificar ciertos pensamientos. Por ejemplo, en lugar de decir:
  1. Si mi padre/madre/herman@/novi@ (hiciese/dijese/no hiciese/no dijese... tal cosa)
  2. Si tuviese más tiempo...
  3. La vida (aquí) es horrible. Si...
  4. En este trabajo te discriminan por ser mujer


Intentaremos decir:
  1. Yo puedo hacer (esto) o (lo otro) para cambiar lo que hago.
  2. Puedo planificar mi tiempo de otra manera
  3. La vida (aquí) es horrible. Es posible mejorarla si...
  4. Puedo encontrar trabajo en una empresa donde mi sexo no sea un impedimento

En Loiola.org/victimismo, página que he utilizado como fuente, se dan tres consejos básicos para combatir este modo de pensar:
  • Confiar en el prójimo;
  • Renunciar a la queja, como modo de combatir el hábito; y
  • Interesarse por el prójimo.


Como se dice en esa página: "La victoria sobre la tendencia victimista solo será plena cuando nos hayamos descentrado de nosotros mismos."

4 comentarios:

Ariadna dijo...

Hola guapa :).

La verdad es que dejar de ser victimista... es muy complicado (ves? ya lo estoy siendo :)). Y es una defensa para no movernos.

A ver si nos ponemos todas las pilas un poquito con tu entrada, y nos espabilamos. Si no las situaciones no cambian solas.

Un besito

Miranda dijo...

Hola, Ari!

Sí, es más fácil hacerse la víctima que darse cuenta de que una tiene parte de culpa al no hacer nada...

Yo lo fui y mucho durante bastante tiempo -y quizás ahora también lo sea, aunque espero que menos...- . Tengo grabada en mi memoria una de las situaciones en que lo fui, por lo mal que me sentí. Lo "gracioso" es hasta ayer que me dio por buscar y escribir sobre esto, no comprendí por qué me había comportado así.
Ya sabemos cómo son -o suelen- ser las madres: la defienden a una hasta cuando no tiene razón. Tuve una mala racha con la que entonces era mi mejor amiga. Yo salía poco, porque dedicaba mucho tiempo a estudiar, y un viernes o sábado por la tarde que salí con mi madre a ver un par de tiendas, nos cruzamos con mi mejor amiga, que había salido con otras chicas de clase. No me había llamado para invitarme a ir con ellas. Yo me había quejado otras veces; os podéis imaginar que esa vez no me hacía ni falta, pues mi madre lo estaba viendo. La cosa acabó en una fuerte crítica de mi madre hacia mi mejor amiga (ya en casa), una más de las tantas que mi madre profería contra aquella chica. Claro, yo no hacía más que quejarme en plan vicitimista.
Un día, sin embargo, me sentí fatal porque ella la criticase, porque sabía que mi madre no conocía toda la historia. A pesar de ello, no se la conté, pues, según recuerdo, pensé que mi madre me tomaría por mentirosa o manipuladora. (joer, hasta ese punto llegué, ¡qué fuerte!).
Otras muchas veces no me daba ni cuenta, sólo me quejaba y lloraba (siempre he sido muuuuuuuuy llorica, estuviese sola o acompañada). Pero aquella vez que sí fui capaz de darme cuenta, recuerdo haberme dicho que tenía que cambiar algo, que no podía quejarme tanto de la gente porque no era justo que las criticasen, pues no conocían todos los datos, que aquello no estaba bien.
No sé cómo fui capaz de darme cuenta, tendría unos quince años.
¡Jolín! Siempre me han tratado como a una niña y hasta yo misma pienso que con 15 años no podía tener esa pizca de madurez. Lo que son las cosas.
(Ese jolín era una queja... mmmm...)

Besitos, Ari!

Anónimo dijo...

A veces sule ser tan dificil aceptar la realidad, yo inconsiente o cosientemente me hago la victima en todo, es como para sentirme bien, de una manera u otra creo q estos arrastra a q las cosas no fluyan bien y siempre tu respuesta es hacerte la victima, he tratado de cambiar y resulta dficil, hasta que hoy he empezado a buscar en el internet a ver que consigo, a la verdad al encontrar este tema me siento alo mejor, pues veo q es frecuente, aun asi debemos hacer algo.
Gracias,
Javier

Miranda dijo...

Hola, Javier!
sí, difícil resulta, pero no es imposible! ;)
La costumbre de hacernos la víctima hace que ésta continúe, y lo peor es, como se dice en el texto, cuando llegamos a creer que de verdad lo somos.
No dejes de intentarlo, por mucho que te cueste; al principio te costará mucho, después te costará y, cada día menos, hasta que prácticamente salga sola la respuesta en tu cabeza.

Mira, te cuento un ejemplo, por si te valiese de algo. Hace unos meses había quedado con una amiga, en la calle. Poco antes de la hora a la que habíamos quedado me escribió un mensaje al móvil diciéndome que llegaría más tarde porque se había dormido. Hacía frío, llovía, y yo esperando en la calle. habría sido muy fácil pensar y decir: me han hecho esperar, me estoy empapando y no tengo paraguas, etc, etc. Pero en lugar de eso, pensé: no he traido paraguas porque no quise cogerlo (o porque se me olvidó), de lo cual ella no tiene la culpa; estoy esperando en la calle porque me da la gana, porque podría entrar en una cafetaría, cobijarme en una parada de metro o escribirle y decirle que quedábamos en otro sitio o que me iba a mi casa.
Vamos, que puse remedio y cuando ella dijo "pobre, estás esperando y mojándote, lo siento!" le contesté que no, que no había a ningún sitio porque no me daba la gana y que podía haber comprado un paraguas nuevo pero no me había dado la gana.
No sé si servirá de algo, era por dar un ejemplo práctico.

Ya verás como poco a poco lo consigues. A nosotros nos hace sentir bien echar la culpa a los demás, ser la víctima, pero a los demás no, y eso repercute también negativamente en nosotros; además, si no es cierto que seamos la víctima, nos estaremos engañando!

Un abrazo y mucha suerte!!