lunes, 23 de julio de 2007

Anorexia y bulimia, por María Cristina Rosas

Otro de los artículos existentes por Internet al que podéis echar un vistazo. Lo copio aquí abajo, pero podéis hacer click sobre el título de la entrada, os dirigirá a la página original en la que lo encontré.

"Nunca se es demasiado rica ni demasiado delgada". Estas palabras, atribuídas a Wallis Simpson y repetidas continuamente por Coco Chanel, revelan la realidad del siglo XX: las mujeres dejaron de luchar para evitar el sojuzgamiento de las sociedades machistas y, en cambio, decidieron trascender por su físico, que a final de cuentas representa una lucha para enfrentar el sojuzgamiento del espejo. Pero no se piense que la anoxeria y la bulimia son enfermedades que aquejan exclusivamente a las mujeres. Si bien 90% de quienes padecen estas patologías son féminas, hay un aumento alarmante entre los hombres. Otro aspecto interesante es que la anorexia y la bulimia están dejando de ser enfermedades de clase, ya que aun cuando tradicionalmente han afectado a estratos altos y medios, están proliferando personas de sectores sociales básicos.

Los médicos señalan que la anorexia existe, por lo menos, desde hace 300 años, si bien reconocen que fue hasta el siglo XIX cuando se le logró caracterizar con mayor exactitud. Los elementos que definen a esta enfermedad son, según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, los siguientes:

1. El (la) enfermo (a) manifiesta miedo inexplicable a aumentar de peso o engordar, a pesar de que se esté delgado (a).
2. El (la) enfermo (a) presenta una baja considerable de peso de por lo menos 15% del que debería tener.
3. El (la) enfermo (a) enfrenta una imagen desvirtuada sobre su cuerpo: se percibe a sí mismo (a) como gordo (a), aunque sea muy delgado (a).
4. En el caso de la mujer se presenta también la ausencia de al menos tres ciclos menstruales consecutivos.
La anorexia implica una desnutrición excesiva. Por ende, otras de sus características incluyen la caída del cabello, vello fino (lanugo) que crece en todo el cuerpo, incluso en la cara; piel seca, uñas quebradizas, insomnio, sensación de frío, exceso de ejercicio físico dirigido a perder peso, calambres (por falta de potasio), caries y osteoporosis (por falta de calcio), interés obsesivo por la comida y las calorías, aislamiento social, pérdida de la capacidad de la concentración, baja autoestima y odio a sí mismo (a).

Algunos estudios revelan que existe una predisposición genética al mal, esto es que una persona anoréxica presenta una falla biológica genéticamente determinada en los mecanismos cerebrales que regulan el apetito y la conducta alimentaria. Esta predisposición es grave en sí, e induce a que la persona padezca la enfermedad. A ello, sin embargo, hay que sumar circunstancias psicológicas, emocionales, familiares y naturalmente la llamada "cultura de la esbeltez". Ser delgado (a) está de moda. Las mujeres y los hombres esbeltos son triunfadores. Quienes no son capaces de mantener un peso bajo son equiparados con el fracaso. Barbie, esa odiosa muñeca que constituye el juguete más recurrente para millones de niñas en todo el mundo (vaya, hasta la superdotada Lisa Simpson y el indefinido Smithers caen rendidos a los pies de ese horrible engendro de Mattel) es delgada. Olivia, la novia de Popeye, es una mujer asediada justamente por su esbeltez. Gatúbela trata de seducir a Batman a partir de rápidos movimientos, posibles a partir de su peso ligero. Jack LaMotta llegó a la cúspide de su carrera bajando de peso al igual que Oprah Winfrey. Los fracasados son los gordos: Homero Simpson, el padre de familia Peter Griffin, Helmut Kohl, Mijaíl Gorbachov, y los gordinflas que tienen éxito como Pavarotti están obsesionados con deshacerse de muchos, muchos kilitos.

La estadística sobre las posibilidades que tiene de recuperación una persona anoréxica es aterradora: de cada diez pacientes dos mueren en un periodo no mayor a 20 años. Lo que es más: sólo un tercio de quienes padecen la enfermedad se recuperan adecuadamente, en tanto otro tercio no lo logra del todo y es proclive a padecer recaídas. Así, más de la mitad de los enfermos no vuelven a la normalidad.

La anorexia y la bulimia se concentran en ciertos grupos de edades. Aflora sobre todo en dos periodos: en gente cuya edad oscila entre los 12 y los 14 años y entre los 16 y los 18 años. Se trata de una etapa difícil en la vida de las personas, dado que se trata del tránsito de la niñez a la adultez. Empero, ambas patologías pueden manifestarse más tarde, si bien su capacidad letal se acelera en la adolescencia. Con los cambios hormonales propios de la pubertad, las adolescentes asocian cualquier modificación corporal (como el desarrollo de las caderas y los senos) con la gordura y se autoimponen dietas infames y jornadas de ejercicios extenuantes.

La lista de mujeres anoréxicas y bulímicas es grande, y por supuesto hay muchas ricas y famosas que padecen este mal, aun cuando una proporción importante de ellas se niega a reconocerlo. Ahí está el caso de la princesa Victoria de Suecia, que aunque desmiente públicamente haber contraído ese padecimiento, se enfrenta a las evidencias que su propio cuerpo muestra. Victoria Adams, de las Spice Girls, es señalada por los especialistas como un caso obvio. La célebre cantante de voz angelical Karen Carpenter, cuya anorexia ayudó a iniciar el debate en Estados Unidos sobre el padecimiento, murió al negarse a comer.

Pero la princesa Victoria, más la Spice Girl y la misma Karen no son los únicos casos de celebridades víctimas de la anorexia y la bulimia. La escritora británica Virginia Woolf, la filósofa gala Simone Weil (quien dejó de comer y murió literalmente de hambre a los 34 años de edad), la escritora suiza Isabelle Eberhardt, Juana de Arco y las hermanas Emily y Charlotte Brontë son otros conocidos casos.

Gracias a las indagaciones efectuadas por la escritora española Rosa Montero se sabe, por ejemplo, que Emily Brontë nunca se enamoró, que vivía encerrada en su mundo, que no comía nada, que era muy inteligente, inflexible y extremista. Su hermana Charlotte a los 14 años era un esqueleto andando, se negaba a ingerir carne y siempre fue de complexión diminuta y biafrana. Charlotte, al igual que la mayor parte de los enfermos de anorexia y bulimia, se encontraba obsesionada con su apariencia física y si bien no era bonita, ella misma afirmaba considerarse "repulsiva".

Tanto la anorexia como la bulimia representan un crimen deliberado perpetrado justamente por la persona afectada y la autoestima juega un papel fundamental en el proceso. La globalización que difunde en todas las latitudes imágenes de personas delgadas y de "la gente bonita" de las generaciones X, Y y Z, se adiciona a la percepción, entre las adolescentes, de que para triunfar en la vida hay que triunfar primero ante el espejo.

De manera que tal como están las cosas, a fin de estar a tono con las enfermedades de la globalidad, no sería extraño que Mattel ponga en el mercado a la Barbie bulímica con accesorios, que incluirían espejos, alimentos, diuréticos, purgas y un retrete para vomitar, a un precio verdaderamente irresistible. Desafortunadamente un juguete de esas características tendría muchos clientes

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